El final de este relato nº21 es ambiguo, pero creo que casi todos los relatos que escribo lo son, en fin espero que les guste.
15 meses ya llevamos surcando los mares que la capitana creía conocer tan bien. El ambiente se fue apagando cuando cumplimos un año en alta mar, hubiéramos muerto de hambre si no fuera porque hay tantos peces en la zona que parece que nunca se acaban.
El tema del agua se creía que era el gran problema, salvo nuestra maestra de los oceanos, nuestro cuerpo no tolera el agua salada, por eso mucha gente decidió abandonar el barco a la antigua usanza, justo antes de conocer el dato de que teníamos una máquina que hacía potable poder beber en condiciones el agua que nos rodeaba.
"¡Es un gran objeto capitana! ¡volvamos a casa!", pero ella estaba obsesionada por otro botín y todavía lo seguíamos buscando. Cada vez que parecía que estábamos más cerca del objetivo, nuestra líder se quedaba en blanco intentando recordar que decía el mapa.
Si no fuera porque yo también lo vi cuando lo obtuvimos tras el asalto a una nave minplositiana, habría participado en aquel motín que tomaba a la jefa como una loca e intentaba usurpar el mando, pero como no fue así, no les seguí el juego y fui de los pocos que estuve con ella.
La gente que estuvo involucrada en esa conspiración caminó por la tabla. Paso poco tiempo hasta que encontramos el tesoro, no eran oro, ni joyas, sino un simple espejo de mano.
Cuando lo agarre y me miré, entendí porque era tan especial, al otro lado no estaba mi reflejo, sino había un chaval alto, de pelo no muy largo rizado, ojos marrones, joven y de corazón sensible.
Finalmente había encontrado al escritor.
El tema del agua se creía que era el gran problema, salvo nuestra maestra de los oceanos, nuestro cuerpo no tolera el agua salada, por eso mucha gente decidió abandonar el barco a la antigua usanza, justo antes de conocer el dato de que teníamos una máquina que hacía potable poder beber en condiciones el agua que nos rodeaba.
"¡Es un gran objeto capitana! ¡volvamos a casa!", pero ella estaba obsesionada por otro botín y todavía lo seguíamos buscando. Cada vez que parecía que estábamos más cerca del objetivo, nuestra líder se quedaba en blanco intentando recordar que decía el mapa.
Si no fuera porque yo también lo vi cuando lo obtuvimos tras el asalto a una nave minplositiana, habría participado en aquel motín que tomaba a la jefa como una loca e intentaba usurpar el mando, pero como no fue así, no les seguí el juego y fui de los pocos que estuve con ella.
La gente que estuvo involucrada en esa conspiración caminó por la tabla. Paso poco tiempo hasta que encontramos el tesoro, no eran oro, ni joyas, sino un simple espejo de mano.
Cuando lo agarre y me miré, entendí porque era tan especial, al otro lado no estaba mi reflejo, sino había un chaval alto, de pelo no muy largo rizado, ojos marrones, joven y de corazón sensible.
Finalmente había encontrado al escritor.
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