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viernes, 7 de julio de 2017

Las curiosas historias cotidianas - El alma de la pinza solitaria

Rescatado del foro de Laura Gallego que por desgracia cerrará en septiembre, en esta ocasión una historia que a principios de marzo y que fue ganadora en el duelo literario por su originalidad, pese a estar mal escrita, esta sin embargo será una versión algo revisada de la original. En esta ocasión el condicionante era
"un relato de menos de 500 palabras sobre una pinza de madera" y aqui el relato.


Una ligera brisa entraba por una ventana del gran edificio. Olvidado tras un tiempo en aquel mundo donde había habido mucha más vida en un principio. En una vitrina de pie, descansaba tras una larga vida, una desgastada pinza de madera. El polvo se acumulaba en la jaula de cristal que la envolvía y ella suspiraba careciendo de boca por sus tiempos pasados.

Imagen creada a partir de una foto por Kimori93

Había nacido en la industria Bekit junto a sus otras compañeras, pero era la última producción realizada, ya que los seres que habitaban el mundo y en general sus creadores, habían decidido dejar de usar madera para crear más de su especie. Así que poco después de nacer ya sabía que nunca iba a ser usada, pero estaba equivocada, la suerte le sonreía y el paquete donde se encontraba fue vendido.
Su nuevo hogar era una casa rural con jardín orientado al campo y allí, un tendedero para colgar la ropa, pero…
¡Horror! ¡No podía estar ocurriendo! Entre la ropa puesta esa tarde no había pinzas de madera, sino esas dichosas pinzas que tantas pesadillas habían causado a nuestra protagonista, las creadas con metal. Pobre utensilio para tender, parecía que su vida iba a estar condenada para siempre a irle mal. Cuando abrieron el paquete donde ella estaba con sus semejantes otro golpe del destino hizo que se soltara y cayera dando saltitos hasta el alfeizar de una ventana y allí se quedó quieta y olvidada.
Entonces paso el tiempo, lluvia, nieve y un extraño fenómeno que la pinza desconocía relacionado con su mayor temor, el fuego. Toda la casa fue consumida con el pasar de los años, pero ella seguía donde fue a parar al caer de la bolsa.

Estaba sola y triste, lloraría si tuviera ojos, pero, no los tenía. Correría a otro lugar, pero, carecía de piernas. Maldecía, maldecía haber sido creada, entonces deseo poder volar.
Y así lo hizo, flotaba, o eso creía, al parecer algo la transportaba en su mano. No era un ser como los que la habían creado, parecía otra cosa. La llevó durante un largo rato hasta un edificio; habló en un idioma que ella desconocía a sus camaradas; juntos la encerraron en esa prisión de cristal y ella quedo atrapada.
Siempre había creído que era especial y ahora nunca sabría que lo era.
Bajo su vitrina había una inscripción que decía lo siguiente:

«El alma humana es tan fascinante y extraña, que hemos tardado años en encontrarla, ahora podemos afirmar a ciencia cierta, que en este objeto hay una escondida»

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