Principalmente este guión fue un ejercicio de clase, quizá tras unos años se perdería en el pasado, como otros trabajos de clase, pero no paraba de girar por mi cabeza hacerle un pequeño homenaje, inventar un poco de la historia de Ulises, que por desgracia no existía en la obra original, siendo así que el encuentro con la mujer Lucia fuese a la vez un poco mágico. Espero que os guste.
Imagen creada por el autor desde una fotografía realizada por el autor a un banco |
"Tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor...." cantaba ella, mi querida Lucia.
Antes de empezar esta cruel guerra, solíamos vivir en una casa los dos juntos, con poco dinero y sueños de los que creíamos que estábamos destinados a conseguir.
Cuando me asignaron a realizar un trabajo militar, nunca pensé que estallaría una guerra y usasen a todos los reclutar como otro de esos estúpidos pelotones que solo sirven de carnada.
Ella era una mujer preciosa, ya no sabría como describirla, es lo malo de los ambientes hostiles, incluso el más bonito recuerdo de la persona amada se borra ante ti sin que puedas hacer nada.
Solía soñar con ella, tras haber sobrevivido las primeras semanas preguntándome que había hecho con su vida, las cartas que le envié nunca obtuvieron respuesta, siempre pensé que los altos mandos las retenían y no era mentira, las usaban para calentarse del frió.
Nuestros sentimientos eran leña para ellos, al igual que nuestras vidas. Fue una guerra terrible, pero terminó y nos enviaron a casa, me emocioné al volver, compré con lo poco que había conseguido algún regalo, algo para presentarme de nuevo y decirle "podemos vivir como antes", pero cuando llegue a la casa solo había cenizas y nadie había sobrevivido.
Mi corazón roto lleno de odio, la droga me hizo salir de todo ello, el tabaco y las consecuencias.
Predicaba por la calle como las autoridades, los responsables y los poderosos siempre nos quitaban todo, como a mi me lo habían quitado, recibí humillación, golpes y poco a poco me fui
transformando en decoración, la gente ya no me veía al andar, descuidé mi salud, mi apariencia, todo.. hasta que un día escuché su nombre...
—Luzhia, no hacia falta que vinieses —dijo una mujer mayor en la puerta de un edificio, el cual no estaba en su mejor estado—.
—¡Mamá! ¡Deberías venir conmigo en lugar de vivir en esta choza! ¿Te han arreglado ya esa gotera que viste el otro día? —dijo la otra preciosa mujer—.
Y siguieron hablando un buen rato, sé que había alguna razón en mi existencia o mi destino que había hecho saber de una mujer que me recordaba a ella y con un nombre muy parecido.
Al poco tiempo después descubrí que trabajaba en un bar cercano a donde yo dormía.
Todos los días le saludaba, esperando que en algún momento ella hablase conmigo y dándole ánimos de cumplir sus sueños, no pensaba en otra cosa.
— Buenos días señorita...
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