¿Hacia donde llevará? Leer el relato y quizá lo descubráis.
Atraviesa la oscuridad me dice Oliver, no te va a pasar nada, me daban ganas de buscarle y golpearle. Que rabia".
Creía que solo era un pasillo pintado con sombras en una calle lúgubre, unos amigos me hicieron una apuesta y por una vez quería participar en algo así.
Nunca imaginé que al volver de este, los amigos no estuvieran y se hubiesen ido sin mi. Seguro que en eso consistía la broma, en dejar a la víctima sola.
Estaba muy mosqueada, pero pensé "Serénate Danien, ve a tu casa y cuando los veas mañana les pides explicaciones". Y eso iba a hacer, así que salí de allí orgullosa.
Caminé bajo las luces de las farolas hacia mi apartamento y saque las llaves para al menos tumbarme en mi casa. Metí las llaves o eso creí, no encajaban.
"Oh vaya esto roza lo ilegal, menuda bronca se va a llevar ese imbécil" me dije para mis adentros recordando que siempre dejaba una ventana abierta, donde cabía perfectamente, para estos casos.
Di la vuelta a la casa y la encontré, me anoté un punto y entré para descansar y dormir, pero no iba a ser tan fácil.
Al llegar a mi hogar me di cuenta de muchas diferencias, por ejemplo había un mueble que recordaba haber tenido de niña, pero que tuvimos que tirar y estaba ahí.
Luego la foto que siempre dejaba boca abajo, estaba de pie con la estúpida de mi madre con una sonrisa bobalicona, saqué el móvil, no recordaba que lo llevaba encima hasta ese entonces.
Llamé a mi amigo. Salté el contestador.
—Ey hola aquí Oliver, ahora mismo no puedo atenderte, si es algo importante llamar a Danien, mi mujer, anotad el número 555...
Colgué el teléfono incrédula, esto era demasiado, "¿Yo su mujer? Más quisiera", además Oliver era homosexual, se ve que las bromas pesadas le gustaban, algo que yo hasta el día de hoy desconocía.
Entre pensamiento y pensamiento llamaron a la puerta.
Antes de abrir mire para saber quién era.
Horrorizada no le pude abrir. La persona tenía un rostro familiar, el mismo que todas las mañanas me devolvía la mirada en el espejo
Creía que solo era un pasillo pintado con sombras en una calle lúgubre, unos amigos me hicieron una apuesta y por una vez quería participar en algo así.
Nunca imaginé que al volver de este, los amigos no estuvieran y se hubiesen ido sin mi. Seguro que en eso consistía la broma, en dejar a la víctima sola.
Estaba muy mosqueada, pero pensé "Serénate Danien, ve a tu casa y cuando los veas mañana les pides explicaciones". Y eso iba a hacer, así que salí de allí orgullosa.
Caminé bajo las luces de las farolas hacia mi apartamento y saque las llaves para al menos tumbarme en mi casa. Metí las llaves o eso creí, no encajaban.
"Oh vaya esto roza lo ilegal, menuda bronca se va a llevar ese imbécil" me dije para mis adentros recordando que siempre dejaba una ventana abierta, donde cabía perfectamente, para estos casos.
Di la vuelta a la casa y la encontré, me anoté un punto y entré para descansar y dormir, pero no iba a ser tan fácil.
Al llegar a mi hogar me di cuenta de muchas diferencias, por ejemplo había un mueble que recordaba haber tenido de niña, pero que tuvimos que tirar y estaba ahí.
Luego la foto que siempre dejaba boca abajo, estaba de pie con la estúpida de mi madre con una sonrisa bobalicona, saqué el móvil, no recordaba que lo llevaba encima hasta ese entonces.
Llamé a mi amigo. Salté el contestador.
—Ey hola aquí Oliver, ahora mismo no puedo atenderte, si es algo importante llamar a Danien, mi mujer, anotad el número 555...
Colgué el teléfono incrédula, esto era demasiado, "¿Yo su mujer? Más quisiera", además Oliver era homosexual, se ve que las bromas pesadas le gustaban, algo que yo hasta el día de hoy desconocía.
Entre pensamiento y pensamiento llamaron a la puerta.
Antes de abrir mire para saber quién era.
Horrorizada no le pude abrir. La persona tenía un rostro familiar, el mismo que todas las mañanas me devolvía la mirada en el espejo
No hay comentarios:
Publicar un comentario